Lopera Bike

domingo, 12 de agosto de 2018

XXI Edición 101 de la Legión de Ronda ( 2ª Participación)


Llegada a meta

Domingo día 7 de Enero de 2018, 10 am horas, empieza la inscripción para la 101. Imposible entrar en el sistema, está totalmente colapsado. Guasap a tres bandas, Paco, Elu y yo. No entro? imposible? colapsado?. Pasan los minutos, se acelera el pulso y no conseguimos ni siquiera entrar a la web. Son las 10:15 am, tiro la toalla, ya es muy tarde para conseguir plaza. Pese a ello hago un nuevo intento. Joder entro en la web! hostia entro en la inscripción! de nuevo se acelera el pulso, el ordenador empieza a trabajar y .... PLAZA ASIGNADA. Rápidamente guasap, TENGO PLAZA!, al momento Paco, YO TAMBIÉN !. Desafortunadamente Elu no consigue plaza y entra en la reserva, presagio de lo que iba a ocurrir meses después.

Este año sería nuestra segunda participación, por lo que decidimos variar un poco la preparación, y apuntarnos a la Maratón Guzman El Bueno, que se celebraría el 7 de Abril, justo un mes antes de la 101, y que serviría de una buena puesta a punto ( http://mtblopera.blogspot.com/2018/04/xiv-guzman-el-bueno-lopera-bike.html). Lamentablemente aquí fue cuando Elu supo que en caso de obtener plaza en la reserva no iba a poder participar por sus problemas de espalda, así que la XXI edición de la 101 la haríamos solo Paco y yo.

En esta ocasión conforme se acercaba la fecha, fuimos mas precavidos en evitar caídas o lesiones como las producidas el año pasado, que nos condicionaron la prueba. Este año afortunadamente llegamos los dos sin ningún tipo de lesión.

Viernes día 11 de Mayo, llega el día de partir hacia la prueba. Sobre las 16 horas salimos los dos dirección a Ronda, con un tiempo soleado y ni frío ni calor. Paco decidió variar el itinerario del viaje e irnos por Cordoba-Lucena. En esta ocasión pocos bikers nos encontramos en el camino.

Llegada a Ronda

Llegamos por fin a Ronda sobre las 19 horas, y como el año pasado, se nota nada mas entrar el ambiente de la prueba, con las calles repletas de bikers y marchadores. Conseguimos aparcar en el mismo lugar que en 2017 y directamente nos dirigimos hasta el pabellón, donde entregamos las bicis, en el parking habilitado para tal efecto, recogimos la camiseta conmemorativa de la prueba, y además de Paco el dorsal. Cuando nos disponíamos a irnos para la pensión ( esta año pasamos de pernoctar en el Parador de Ronda a la pensión Ronda Sol ), me llama mi compañero Vicente. Venia de camino y creía que no iba a llegar a tiempo para recoger dorsal. Así que vuelta al Pabellón, y a la cola de incidencias. Gracias a las nuevas tecnologías y el buen a hacer de la Legión, pude recoger el dorsal, camiseta y bolsa de mi compañero, aunque me costara volver al pabellón de nuevo, pues el  pasaporte legionario no lo habían incluido, y es indispensable para poder hacer la prueba. Destacar de nuevo la magnífica organización, compromiso y predisposición de todos los miembros de la Legión, que hacen de esta prueba algo diferente, así como de los miles de personas, vecinos de Ronda y alrededores, por su calor y apoyo durante todo el recorrido.

Parking bicicletas

Entrega de dorsales pabellón

Ya con todo solucionado fuimos a coger la habitación de la pensión, y enseguida a la Alameda del Tajo, llena a rebosar de participantes, familiares y curiosos, que no paraban de mirar y comprar en los diferentes stand repartidos por toda la Alameda. Tras dar unas vueltas por los diferentes stand, nos ponemos en cola para cenar, en las carpas montadas por la organización, y posteriormente buscar asiento, tema difícil, pero que conseguimos finalmente en unas escaleras, justo cuando entraba la banda de cornetas de la Legión. Este año, la pasta estaba mucho mejor, y había de sorpresa ensalada César.





Tras la cena, repaso de nuevo a los stands, y presenciamos en primera plana los tradicionales fuegos artificiales, acompasados previamente por la banda de musica de la Legión. Tras ello, esperamos a mi compañero Vicente para entregarle su dorsal, nos hicimos unas fotos en la meta, y vuelta a la pensión y a descansar para la prueba.



Son las 7 am, y nos levantamos en una mañana que amaneció con lluvia muy fina, dejando las calles mojadas y frescor en el ambiente. Para nosotros perfecto, mejor que calor. Hemos descansado perfectamente, aunque en la pensión se oye hasta la respiración de los huéspedes, pero para nosotros es fundamental poder dormir. Otra cosa es lo de las aguas mayores. El desayuno de la pensión es en una cafetería frente a la misma, por lo que decidimos entregar las llaves y posteriormente del desayuno irnos directamente para la salida. Llegamos los primeros a la cafetería pero al instante empezó a llenarse de bikers. Dimos cuenta de un buen café con tostadas, zumo de naranja, incluido en el precio de la pensión, y a continuació para el coche a dejar las mochilas y recoger la bici del pabellón.



Llegamos al campo de futbol a las 8:30 am. Entramos, y vemos la enorme cantidad de bikers que hay ya apostados en la salida. En esta ocasión sin hacer cabriolas, V invertidas etc, conseguimos quedarnos en un sitio similar al del pasado año, mas o menos a mitad de la primera curva con unos 2.000 bikers delante nuestra. En fin no nos queda otra, que esperar al inicio de la prueba.



Esperando la salida

A las 10 am, se da inicio a la XXI Edición de la 101, previo discurso del General Jefe de la Legión, y los salves y vivas correspondientes. Nosotros pasamos por el arco de salida antes que en 2017, sobre 10 minutos después de que lo hicieran los primeros.

Atravesamos Ronda, con cientos de personas animando por todas las calles, y muchos bikers apretando para ganar posiciones. A diferencia de 2017, en esta ocasión Paco y yo, si que ganamos posiciones, aunque no íbamos a cuchillo, pero si que cogimos un ritmo alegre que nos hizo llegar a la neutralizada mucho mejor que el año pasado.

Atravesando Ronda


Llegamos al km 8 aproximadamente y se realiza el agrupamiento para dar inicio realmente a la prueba, y en el primer camino y pendiente, el primer tapón de siempre y las primeras averías, algunas irreparables, como un biker con la patilla del cambio trasero rota. Vuelvo a repetir lo que comenté el año pasado, sin faltar al respeto a nadie, el mantenimiento de algunas bicis y su estado, es lamentable. Aquí empezamos a adelantar a algunos bikers. Este año la organización nos tenía dos sorpresas, la primera la íbamos a sufrir pronto, al entrar en Navetas. En un arroyo que había que pasar por un puente de madera y subir un cortafuegos, se montó lo mas grande. Mas de 30 minutos de tapón, que algunos listillos querían adelantarse a la enorme cola que existía, con el abucheo de los miles de bikers allí presentes. Este año no se pasaba por el Circuito Ascari, por lo que no pudimos ver y escuchar los coches de competición como en 2017. Saliendo de Navetas, primera caída importante, con ambulancia incluida.

Taponazo en Navetas

Llega el kilómetro 38, llegada a Arriate e inicio de subida de unos 5 km, hasta el Cortijo del Polear.
Coincidimos con unos bikers de Sevilla, uno de ellos nos comentó que su suegra era de Jaén. Con ellos hice el trenecito, mientras Paco en mejor estado de forma iba metros delante. Eso iba a ser lo normal en toda la ruta. La subida aunque con no demasiada inclinación pero si con bastantes  piedras en la pista, provocó alguna caída y enganchones. Aquí, como en todas las subidas adelantamos a muchos bikers hasta llegar al avituallamiento.

Tras la parada y hasta Alcalá del Valle, el terreno era favorable, la gente va a mucha velocidad y las caídas se suceden, de nuevo con ambulancias, seguramente con roturas de clavículas. Llegamos a Alcalá, en esta ocasión rodeamos la localidad, y previa entrega de gel por parte de los legionarios  nos encontramos con la temida rampa de hormigón. Este año si, y no se me olvida encender la gopro, para inmortalizar la subida.



Nuestro próximo objetivo, era el avituallamiento de Setenil, con terreno descendente y favorable, aunque me pareció un itinerario diferente al año pasado. La entrada a la localidad gaditana, como ya pudimos comprobar en 2017 es una auténtica pasada. Sus casas bajo la montaña, y cruzar la zona de tascas con todo el mundo gritando y animando, pone la piel de gallina.  Llegamos al avituallamiento, donde comimos el típico sandwich de york y queso con chocolate y fruta.


Setenil de las Bodegas

Tras reponer fuerzas y hacernos una fotillo, reiniciamos la marcha y como no, en subida. El próximo objetivo era llegar al avituallamiento de Chinchilla, que sería el punto kilométrico 65 aproximadamente. El último tramo de casi 7 km similar a la subida del Polear, costó un poquito mas, pues el sol empezó a calentar. En el avituallamiento, comemos algo, rellenamos agua y de nuevo en marcha.



Llega la bajada hasta el acuartelamiento de la Legión en el kilómetro 75. Miedo ma daba ver como nos pasaban algunos bikers. Normal que hubiera caídas y algunas como he comentado con consecuencias importantes. Pensaba que los frenos iban a reventar por el fuerte olor a quemado que rezumaban. Espectacular bajada sin duda, en la que los frenos juegan un papel crucial. Llegamos al acuartelamiento con mucho adelanto respecto a 2017, además del ritmo, porque este año llegamos con menos kilómetros al no pasar por el circuito Ascari. Aquí había comida, pero nosotros como en 2017 no paramos a comer, así que tomamos algo de fruta, nuestras barritas, rellenamos agua y de nuevo en marcha.

A partir de aquí llega lo mas duro, sin duda. Primer objetivo, la subida a la Ermita. Empezamos la ascensión, Paco se me escapa, no puedo seguir su ritmo, y mas cuando el cuadriceps izquierdo me da una amago de calambre. Sin parar y sin seguir pedaleando aflojo e intento estirar. Continuo y al poco rato otro amago de calambre, en esta ocasión con mayor intensidad. Hago lo mismo y continuo hasta llegar al tramo imposible de escalones y piedras. Tramo de 500 metros andando, que aprovecho para tomar magnesio y un gel. Terminado el tramo duro, nos volvemos a montar en bici hasta que por fin llegamos a la Ermita, donde Paco ya me estaba esperando.




Emprendemos la bajada a la  Ermita. Este año con muy mal sabor de boca, ya que cogí unos cuantos bikers que iban muy muy lentos, no me atrevía a adelantarlos, por lo que realicé una pésima bajada. Pero indicar que la bajada es increíble y preciosa. Lástima no encontrar ninguna foto nuestra de la misma.

Y aquí llegaba la segunda sorpresa de la prueba, nada mas terminar de bajar la Ermita, subida inédita al Monte Hacho. Ya el inicio de asfalto en Montejaque es tremendo, y el resto hasta la cima, un reguero de bikers mayoritariamente a pie. Nosotros a nuestra marcha, yo con máxima cadencia para evitar los calambres, y Paco a su ritmo delante de mí. Llegamos hasta la cima, con un tramo final de olivos, en el que un legionario animaba a todos los participantes "engañándonos" con que quedaban solo 100 metros de subida. Le faltaba un cero por lo menos. Llegamos a la cima, y nos encontramos una bajada inédita hasta volver a Montejaque, espectacular, con unas vistas impresionantes, pasando  por mitad de sus  calles sinuosas, en una vertiginosa bajada.



Llegamos al avituallamiento de Benaojan, donde repusimos fuerzas, sobre todo yo, para evitar los calambres al menos hasta llegar a La Manía. Iniciamos la subida del sendero, en la que en breve pusimos el pie a tierra, es el peor tramo de la prueba en mi opinión por no ser ciclable para la inmensa mayoría. Tras reanudar la marcha en bici, Paco de nuevo se fué y al primer esfuerzo, de nuevo un calambre. En esta ocasión si que tuve que bajarme de la bici, y estirar un poco. Tomé de nuevo un gel, y durante un par de kilómetros alterné bici y caminata, estirando de vez en cuando, para ya en bici llegar hasta el avituallamiento.





Llegé al avituallamiento del cortijo de la Manía, aparentemente mejor de los calambres, y donde comimos un par de napolitanas,  algo de fruta y aquiarius. Tras la parada, una buena bajada, muy peligrosa por la cantidad de gravilla suelta. De nuevo muchas caídas. Subida a la Muela, en la que Paco se encontró con un conocido, y bajada hasta las faldas de Ronda. Momento en el que ya somos conscientes de que vamos a ser de nuevo finisher, salvo hecatombe, accidente o que me diera un calambre que me dejara tieso del todo.

Legamos a la cuesta del cachondeo.  Paco se adelanta,  yo empiezo con miedo por los calambres. Primer tramo hasta la curva de izquierdas duro, pero superado. Empieza el tramo en bajada que se agradece, hasta que de nuevo empieza el tramo empedrado. Sigo para arriba, y oigo una voz. Es Paco. Se acuerda que el año pasado no paramos para hacernos una foto con el puente del Tajo al fondo . Este año hacemos foto, e inmortalizamos el momento. Reanudamos la marcha, y ya sea porque me recuperé con el magnesio o los geles, o por la parada para la foto, subimos la cuesta y llegamos a Ronda perfectamente.





Cruzamos Ronda, y como en todo el recorrido cientos de personas animando sin parar. Poco antes de cruzar el puente nos percatamos de un accidente. Un grupo de bikers ( todos con su misma equipación ) y un compañero tirado en la acera. Tiene pinta de enganchón fortuito y caída. Seguimos cruzando Ronda y pese a vivirlo el año pasado, la emoción es indescriptible, un nudo en la garganta, cientos de personas animando, algún aficionado grita "Lopera". Vamos a entrar a la Alameda, hacemos hueco, los dos en paralelo, veo el cronómetro y no me lo creo, pasamos por meta en 7 horas 56 minutos, por las 9 horas y 3 minutos de 2017, con la subida al Hacho y los calambres de los últimos 25-30 km incluidos.

Nos cuelgan las medallas de finisher, la sudadera, y vamos a entregar las bicis al parking para comer. Con una enorme alegría, degustamos un buen filete de ternera empanado, nos hacemos fotos, llamamos a la familia, y gozamos del momento, entre cantidad de bikers finisher. Este año no vimos llegar al primer clasificado runner.




Después de comer, recogemos las bicis, y nos hacemos una foto en los aledaños de la Plaza de Toros de Ronda, como hicimos en la edición anterior. Ahora queda, lo peor, volver al pabellón, ducharnos, recoger las mochilas, montar las bicis, y de vuelta para Lopera, con llamada al compañero Elu, para comentar como había ido el día. En esta ocasión hicimos el trayecto prácticamente de día. Se nos hizo de noche ya en Córdoba.



Por fin a las 11 am del Domingo 13 de Mayo, llegamos a Lopera, menos cansados, con mucha hambre y contentos de como se había desarrollado la prueba, pese a los calambres, pero con una alegría enorme de acabar los dos esta mítica prueba, acordándonos, como no de nuestro compañero Elu, precursor y culpable de meternos esta prueba en el corazón.

Este año, ya llevamos la Guzman, la 101, y si Dios quiere terminaremos en Octubre con el Desafio Sierra Sur, que será nuestro estreno en esta prueba, como siempre sin afán competitivo, simplemente para intentar acabarla.



El año que viene MAS

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